En muchos momentos de mi vida me he
planteado de qué forma el egoísmo de las personas en aspectos fundamentales de
la vida puede afectar de lleno a la sociedad. En mi opinión, este egoísmo y
falta de solidaridad y compañerismo, tanto en el día a día como en el global,
es uno de los problemas más serios de la sociedad actual. Sigo creyendo, por
muy utópico que pueda sonar, que un mundo dónde los
valores y lo humano sea lo
primero puede existir. Pero claro, nos han hecho creer que es muy complicado aplicarlo
a la realidad, por ello voy a describir cómo sería este mundo por el que lucho,
y por el que espero que cada día lo hagan más personas, comparándolo con el
actual.
Para empezar, hay que dejar claro que
vivimos en un capitalismo salvaje donde prima el capital (dinero y bienes),
anteponiéndose a las personas, sentimientos, valores, culturas, conocimientos y
dignidades personales que habitan en este mundo. Por lo tanto, vivimos en una
sociedad de intereses personales, que no deja de ser una evocación del egoísmo
más puro. Este egoísmo no es algo natural ni viene en el ADN del ser humano,
sino que nos lo transmiten desde pequeños a través de muchas técnicas que
pretenden la perpetuación de unos privilegios para una pequeña élite (creando
clases sociales diferenciadas).
Estas técnicas son muchas, por lo que no voy a
nombrarlas una a una pero sí algunas, entre ellas están la división del pueblo
a través de problemas insulsos previamente creados que generalmente tienden a
la dicotomía para enfrentarnos (por ejemplo: Madrid o Barça, PP o PSOE,
McDonald´s o Burger King, blanco o negro…), la ocultación o normalización de
hechos graves que ocurren cada día y que han sido creados y no provienen de
algo divino (el hambre, la pobreza, la invasión de países, la represión, la
tortura, la esclavización, el expolio de recursos naturales, la explotación de
los trabajadores…), o la alimentación del deseo de tener cada vez más por
necesidad; todo ello sostenido por los medios de comunicación y la burocracia
(con la que nos hacen creer que la ley, impuesta por la élite financiera, está
creada para el bien de la sociedad y no para que no cuestionemos los poderes
fácticos).
En cambio, existe una sociedad dónde
lo que prima no es el egoísmo ni el dinero, sino el compañerismo y los valores,
en definitiva, lo humano. En esta sociedad de compañerismo lo principal es la
igualdad del ser, tanto económica como social o humana, sobre la que se
cimentan derechos básicos del ser humano para poder vivir libre y dignamente.
Entre estos derechos básicos están la educación- pilar y motor de la vida
futura del ser, por lo que debe estar controlada por el estado (por lo tanto
será gratuita) y éste debe promover en ella un conocimiento adecuado, sin manipulaciones
latentes, dónde lo principal no sea la formación de trabajadores simples sino
de personas que repercutan en la sociedad a través de su empleo o pensamiento-
la sanidad- que debe ser gratuita, de calidad y libre para todos (no se puede
negar el derecho de vivir a ningún ser)- y la alimentación, que provendrá del
trabajo de cada persona, pero en condiciones óptimas para realizarse, es decir,
con sueldos dignos de verdad, entorno favorecedor para desarrollarlo, sin
ningún tipo de paro que condicione a los trabajadores…
Además
de estos derechos básicos, ante todo, el pueblo es quien se gobierna a sí mismo
por lo que él (y sólo él) es quien tiene que decidir sus
cuestiones a través de asambleas populares organizadas, que demuestren una
verdadera “demo” (pueblo) “-cracia” (gobierno, poder). Por supuesto, doy por
entendido que el sistema capitalista, y con él sus privilegios son erradicados
por completo con expropiaciones y nacionalizaciones de las grandes empresas y
bancas (es decir, los servicios privados dejan de ser de unos pocos para ser de
todos). En consecuencia, la economía la controlarían los que verdaderamente
llevan a cabo la producción: los trabajadores (y no los patrones/empresarios),
al contrario que pasa en la sociedad del egoísmo.
Otra cuestión importante a tener en
cuenta en esta sociedad es sin duda la vivienda, ya que nadie puede vivir
dignamente sin ella, por lo que se facilitará a los ciudadanos que la necesiten
una, que la pagarán a través de pequeños alquileres o cuotas insignificantes.
En ningún momento los bancos o grandes empresas pueden comerciar con este
preciado bien. Y por supuesto, algo fundamental en una sociedad cívica es el
respeto a la naturaleza que le vio nacer y que le verá morir. Su buen trato
augura buenos alimentos, mejor salud y por lo tanto mayor nivel de vida.
Está
claro que a la sociedad del egoísmo no le gustaría la nueva sociedad del
compañerismo, por lo que intentaría atacarla desde fuera con sus técnicas para
que sus ciudadanos no tomen ejemplo e incluso llegado el momento intentaría
acabar con ella a través de ataques militares. Cosa que nos desvela que un buen
ejército en esta sociedad es necesario, pero sola y exclusivamente para
defenderse de ataques colonialistas o imperialistas. Este ejército no tiene que
tener la función de ir a otros países en ningún momento, sino defender su
sociedad de compañerismo por encima de todo, lo que implica hacer trabajos
sociales para la comunidad y trabajar para el pueblo ante todo.
En conclusión, como se puede ver creo
que un mundo nuevo y mejor es posible, por mucho que nos inculquen lo contario
a diario. Los pueblos, sus culturas, tradiciones, conocimientos, libertades (en
la que va incluida su autodeterminación) y progreso, son muchos más importante
que cualquier negocio, por los que 1 persona vive bien para que 100 lo hagan
mal.
¡No
lo olvides, el poder de cambiar esta sociedad está en ti!
Rubén
Morgado
Primeramente mi enhorabuena, el egoismo es un daño colateral más del capitalismo salvaje, los ciudadanos con mentes alineadas también, en nosotros está la herramienta, algo oxidada por el exterior, pero como bien dices. ¡el pder de cambiarla está en ti!
ResponderEliminarAnon236