Consumo agroecológico, una opción política
Esther Vivas
Los grupos y cooperativas de consumo agroecológico son una realidad cada día más presente a nivel local. Aunque se trata de experiencias que, en cifras totales, suman a un número reducido de personas, demuestran que es posible llevar a cabo otro modelo de consumo que tenga en cuenta criterios sociales y medioambientales.
Estos colectivos agrupan a gente de un mismo territorio (barrio, ciudad...) con el objetivo de llevar a cabo un consumo alternativo, ecológico, solidario con el mundo rural, relocalizando la alimentación y estableciendo unas relaciones directas entre el consumidor y el productor a partir
de unos circuitos cortos de comercialización. Estos núcleos se constituyen mayoritariamente en las grandes ciudades donde hay una mayor distancia entre consumidores y productores/campesinos y su formato acostumbra a ser el de asociación o cooperativa.
En el presente artículo llamaremos a estos colectivos: “grupos y cooperativasde consumo agroecológico”. A pesar de que muchos de ellos se auto-definen a favor del consumo de productos ecológicos, consideramos que su práctica cotidiana se inserta más en los principios de la agroecología, con una carga no sólo
ecológica sino también social y política.
Esther Vivas
Los grupos y cooperativas de consumo agroecológico son una realidad cada día más presente a nivel local. Aunque se trata de experiencias que, en cifras totales, suman a un número reducido de personas, demuestran que es posible llevar a cabo otro modelo de consumo que tenga en cuenta criterios sociales y medioambientales.
Estos colectivos agrupan a gente de un mismo territorio (barrio, ciudad...) con el objetivo de llevar a cabo un consumo alternativo, ecológico, solidario con el mundo rural, relocalizando la alimentación y estableciendo unas relaciones directas entre el consumidor y el productor a partir
de unos circuitos cortos de comercialización. Estos núcleos se constituyen mayoritariamente en las grandes ciudades donde hay una mayor distancia entre consumidores y productores/campesinos y su formato acostumbra a ser el de asociación o cooperativa.
En el presente artículo llamaremos a estos colectivos: “grupos y cooperativasde consumo agroecológico”. A pesar de que muchos de ellos se auto-definen a favor del consumo de productos ecológicos, consideramos que su práctica cotidiana se inserta más en los principios de la agroecología, con una carga no sólo
ecológica sino también social y política.
Algunos modelos
En el Estado español, encontramos principalmente dos grandes tipologías de grupos y cooperativas de consumo agroecológico: aquellos que integran en su seno a consumidores y a productores y otros que sólo están formados por consumidores.
En el primer grupo destacarían experiencias como la cooperativa de producción y consumo Bajo el Asfalto está la Huerta! (BAH!) en Madrid, que se inspira en modelos europeos de larga trayectoria como las AMAP (Association pour le Maintien de l’Agriculture Paysanne) francesas, o muchas de las aso-ciaciones históricas andaluzas como La Ortiga de Sevilla, La Breva de Málaga, El Encinar de Granada. Éstas buscan integrar en un mismo marco a productoes y a consumidores consiguiendo un compromiso estable de solidaridad mutua, en la que los consumidores garantizan la compra total de la producción del campesino anticipadamente, solidarizándose tanto en los beneficios como en las pérdidas. En determinados proyectos, sus miembros trabajan algunos días al año en la finca apoyando a los productores.
En el segundo grupo encontramos a la mayoría de experiencias catalanas y otras cooperativas de referencia como Landare en Pamplona, Bio Alai en Vitoria, La Llavoreta en Valencia o Arbore en Vigo. En éstas, la relación consumidor y campesino es más laxa, basándose en una relación de confianza y conocimiento mutuo (con visitas periódicas a las fincas) pero donde cada uno trabaja en marcos separados. Algunos grupos y cooperativas mantienen una relación más estrecha con los campesinos con quienes trabajan y otros menos.
A pesar de compartir unos criterios ideológicos comunes existe, como vemos, una gran variedad de modelos organizativos, de relación con el productor/campesino, de formato de compra, etc. Por ejemplo, algunos grupos y cooperativas con el paso del tiempo han ido aumentando y adecuando la oferta a las necesidades de consumo de sus miembros. En la actualidad, muchos de éstos ofrecen lo que se llaman “cestas abiertas”, donde cada consumidor puede pedir periódicamente (en general cada semana) aquellos productos que necesita y pagar por los mismos, pero existen también otros formatos de “cestas cerradas” en las que el consumidor recibe periódicamente una cesta con productos del campesino con quien trabaja pagando siempre la misma cantidad (con el objetivo de garantizar anualmente la compra del producto que el campesino elabora).
Otro elemento que distingue a unos grupos y cooperativas de consumo agroecológico de otros es el grado de profesionalización de los mismos. Muchas deestas experiencias cuentan con personas contratadas que llevan a cabo tareas degestión. Éste es el caso de muchas de las iniciativas históricas en Andalucía,Valencia, algunas en Catalunya u otras más nuevas en Galicia. A menudo, estos
grupos y cooperativas cuentan con una tienda abierta al público, accesible tanto a socios como a no socios. Otras experiencias, en cambio, revindican u optan por un modelo sin personas liberadas, como es el caso de varias iniciativas catalanas.
Orígenes y evolución
Los primeros grupos en el Estado español surgieron a finales de los años 80 y principios de los 90. En Andalucía, a raíz de la constitución del Instituto de Sociología y Estudios Campesinos (ISEC) en la Universidad de Córdoba se introdujeron los principios de la agroecología dando lugar a experiencias como la cooperativa Almocafre en Córdoba (1994). Otras iniciativas andaluzas fueron La Ortiga en Sevilla (1993), El Encinar en Granada (1993), La Breva en Malága (1995) o El Zoco en Jaén (1995). En Catalunya, se constituyó El Brot en Reus (1987), El Rebost en Girona (1988) y Germinal en Barcelona (1993). En Pamplona se creó Landare (1992), en Valencia La Llavoreta (1993), en Euskadi Bio Alai (1993), entre otros.
La mayor parte de estas experiencias surgieron de núcleos militantes en movimientos sociales de la época, aunque hay distintas trayectorias y motivaciones tras cada una de ellas. En Andalucía, por
ejemplo, se desarrollaron creando vínculos con el Sindicato de Obreros del Campo (SOC) /3. En esta primera oleada, varias iniciativas se constituyeron formalmente como sociedad cooperativa mientras que otras optaron por el formato de asociación. Aunque es interesante observar como, con el tiempo, varias de estas últimas se legalizaron como cooperativa al considerar que era un modelo más adecuado a sus principios.
Una segunda oleada se produjo en los años 2000. En Catalunya se pasó de menos de diez cooperativas en el 2000 a más de noventa en la actualidad, sumando hoy en día a un total de 2880 unidades de consumo /4. De éstas, un 86% se encuentran en la provincia de Barcelona y un 46% en la capital catalana.
En Madrid, a finales de los años 90 se impulsaron los Grupos Autogestionados de Konsumo (GAKs) por parte de varias personas que venían de movimientos sociales y que buscaban consumir de otra manera en base los principios de la soberanía alimentaria y la agroecología, y en poco tiempo sumaron a unos seis colectivos. Poco después, en el 2000, se creó Bajo el Asfalto está la Huerta! /6 que dio lugar a diez grupos de consumo en diferentes barrios de Madrid, sumando un total de 130 unidades de consumo, y a un grupo de producción (encargado de trabajar los terrenos del colectivo), y que inspiró otras iniciativas madrileñas como Surco a Surco.
En otros territorios donde no existían experiencias de este tipo, como en Galicia, surgieron de nuevas. En Vigo, en el 2001, se creó la cooperativa Arbore, que hoy suma 290 unidades de consumo y que ha multiplicado por diez su número de socios inicial, a la vez que ha acompañado la creación de otras iniciativas gallegas como la cooperativa A Xoaninha en Ferrol.Zoco en Jaén (1995). En Catalunya, se constituyó El Brot en Reus (1987), El Rebost en Girona (1988) y
Germinal en Barcelona (1993). En Pamplona se creó Landare (1992), en Valencia La Llavoreta (1993), en Euskadi Bio Alai (1993), entre otros.
La mayor parte de estas experiencias surgieron de núcleos militantes en movimientos sociales de la época, aunque hay distintas trayectorias y motivaciones tras cada una de ellas. En Andalucía, por
ejemplo, se desarrollaron creando vínculos con el Sindicato de Obreros del Campo (SOC) /3. En esta primera oleada, varias iniciativas se constituyeron formalmente como sociedad cooperativa mientras que otras optaron por el formato de asociación. Aunque es interesante observar como, con el tiempo, varias de estas últimas se legalizaron como cooperativa al considerar que era un modelo más adecuado a sus principios.
Una segunda oleada se produjo en los años 2000. En Catalunya se pasó de menos de diez cooperativas en el 2000 a más de noventa en la actualidad, sumando hoy en día a un total de 2880 unidades de consumo /4. De éstas, un 86% se encuentran en la provincia de Barcelona y un 46% en la capital catalana /5.
En Madrid, a finales de los años 90 se impulsaron los Grupos Autogestionados de Konsumo (GAKs) por parte de varias personas que venían de movimientos sociales y que buscaban consumir de otra manera en base los principios de la soberanía alimentaria y la agroecología, y en poco tiempo sumaron a unos seis colectivos. Poco después, en el 2000, se creó Bajo el Asfalto está la Huerta! /6 que dio lugar a diez grupos de consumo en diferentes barrios de Madrid, sumando un total de 130 unidades de consumo, y a un grupo de producción (encargado de trabajar los terrenos del colectivo), y que inspiró otras iniciativas madrileñas como Surco a Surco.
En otros territorios donde no existían experiencias de este tipo, como en Galicia, surgieron de nuevas. En Vigo, en el 2001, se creó la cooperativa Arbore/7, que hoy suma 290 unidades de consumo y que ha multiplicado por diez su número de socios inicial, a la vez que ha acompañado la creación de otras iniciativas gallegas como la cooperativa A Xoaninha en Ferrol.
ejemplo, se desarrollaron creando vínculos con el Sindicato de Obreros del Campo (SOC) /3. En esta primera oleada, varias iniciativas se constituyeron formalmente como sociedad cooperativa mientras que otras optaron por el formato de asociación. Aunque es interesante observar como, con el tiempo, varias de estas últimas se legalizaron como cooperativa al considerar que era un modelo más adecuado a sus principios.
Una segunda oleada se produjo en los años 2000. En Catalunya se pasó de menos de diez cooperativas en el 2000 a más de noventa en la actualidad, sumando hoy en día a un total de 2880 unidades de consumo /4. De éstas, un 86% se encuentran en la provincia de Barcelona y un 46% en la capital catalana /5.
En Madrid, a finales de los años 90 se impulsaron los Grupos Autogestionados de Konsumo (GAKs) por parte de varias personas que venían de movimientos sociales y que buscaban consumir de otra manera en base los principios de la soberanía alimentaria y la agroecología, y en poco tiempo sumaron a unos seis colectivos. Poco después, en el 2000, se creó Bajo el Asfalto está la Huerta! /6 que dio lugar a diez grupos de consumo en diferentes barrios de Madrid, sumando un total de 130 unidades de consumo, y a un grupo de producción (encargado de trabajar los terrenos del colectivo), y que inspiró otras iniciativas madrileñas como Surco a Surco.
En otros territorios donde no existían experiencias de este tipo, como en Galicia, surgieron de nuevas. En Vigo, en el 2001, se creó la cooperativa Arbore/7, que hoy suma 290 unidades de consumo y que ha multiplicado por diez su número de socios inicial, a la vez que ha acompañado la creación de otras iniciativas gallegas como la cooperativa A Xoaninha en Ferrol.
Esther Vivas
VIENTO SUR Número 108/Febrero 2010
Excelente artículo. ¡Que bien sintetizado y explicado! Vamos a seguir esos pasos,compañerxs
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