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08 febrero 2012

Competencia desleal

Hace unos días, tuve (lo que al menos yo consideré como) una gran idea.
Los discos y libros actuales cuestan alrededor de 15 euros. En las obras literarias casi se puede entender, ya que la tinta y el papel cuestan mucho dinero, y a la gente de la imprenta hay que pagarle. Pero el caso de los CD’s no lo soporto. Una estructura que vale veinte centimos, la grabas y la vendes a setenta veces su valor original. Y los libros electrónicos ya son el summum, las editoriales te cobran diez euros por unos y ceros, por una simple descarga.

Si todo el dinero fuera para el autor, yo lo entendería: éste tiene que ganarse la vida de alguna forma, y una (muy buena, si da resultado) es escribir libros o grabar discos. Pero el problema radica en que el autor recibe, a lo sumo, un euro o dos del precio total del producto. ¿Quién se queda con todo éste dinero? Lógicamente, las discográficas y editoriales.
Después de llegar a esta conclusión, pensé: aislándonos del contexto en el que nos encontramos, en el que tenemos una crisis encima y no estamos para más gastos, ¿no sería provechoso que en un futuro el gobierno generara un impuesto para la cultura?
Me explico: nosotros pagamos por nuestros médicos, por nuestros profesores, por nuestros barrenderos... Podríamos pagar también por nuestros músicos, actores y escritores. Y que la cultura se alejara de las empresas: nosotros pagamos en nuestros impuestos, y a partir de ahí tenemos derecho a toda la cultura que generemos. El estado les paga a los autores en relación a la cantidad de gente que adquiera sus trabajos, nos libramos de discográficas y demás compañías con ánimo de lucro y todos felices, pagando mucho menos y disfrutando legalmente.
Con esa idea he llegado a mi padre, y le he relatado todo lo anterior. ¿Su respuesta? Estaría genial, pero eso es competencia desleal.
No soy un experto en leyes, pero por lo que he entendido, la competencia desleal es lo siguiente: no puedes ofrecer un servicio en desigualdad de condiciones con otra corporación, ya que los otros estarían perdiendo clientes y claro, no es justo. Un ejemplo: si un fontanero no declara a hacienda, te puede cobrar más barato ya que no tiene tantos gastos, y eso sería competencia desleal con otros fontaneros.
El problema llega cuando no incurres en más ilegalidades. Hay ayuntamientos en España que están teniendo problemas con el wi-fi gratuito que ofrecen en algunas áreas de la ciudad. Lo gracioso es que los problemas vienen de las mismas compañías que les han ofertado el servicio, ya que están ofreciendo un servicio gratis, y claro, podrían cobrar más.
Siguiendo en esta línea, no puedes dejarle una mesa al vecino porque estás incurriendo en competencia desleal con el carpintero, que podría conseguir más beneficios. Y tampoco puedes compartir coche con un compañero de trabajo, porque los transportes públicos no ingresan todo lo que deberían. Y las cooperativas tampoco son legales, porque pueden producir más que una empresa organizada verticalmente. Y “Cáritas” está compitiendo deslealmente con los supermercados, ya que reparte la comida gratis.
Dejando a un lado lo absurda que es esta ley, si nos fijamos en lo profundo, observamos que es lo de siempre: vamos a darles más y más facilidades a los de arriba, que el pueblo no importa. Una economía que se base en favorecer a los más grandes no puede funcionar, más que nada porque, tarde o temprano, los de abajo quedaremos secos. Y no sé a vosotros, pero yo no voy a dejar que ningún pez gordo vaya adueñándose de mis aguas. Así que rebelémonos.

¡ÁNIMO!

Ismael Medina.

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